La agilidad en las PyMEs

La gestión de proyectos es una actividad que se viene desarrollando en las empresas desde hace bastante tiempo y cada vez más se incorpora en el día a día. En las empresas grandes existe una cultura desarrollada en el uso de esta metodología , ya qué, ayudó a concretar proyectos, poniendo orden en los objetivos a lograr, recursos, tiempos, tareas, actividades interdisciplinarias, definición de las responsabilidades, definición y apoyo a nuevas políticas o las existentes, etc.

 
Por mucho tiempo, las Pymes, se vieron ajenas a trabajar con estas metodologías, porque, muchas de ellas se vieron poco comprendidas por los “tiempos, recursos, falta de personal calificado para llevarlas adelante dentro de la organización, burocracia que significaba su ejecución y por muchas otras razones más. Si sos una Pyme, seguramente podrás argumentar alguna razón, de por qué, no utilizaste o utilizas esta metodología.


En las últimas décadas muchos cambios han ocurrido en el mundo. La tecnología ha permitido hacer y concretar cosas que sin ella hubiera sido imposible hacerlas. Ha ayudado a crear nuevos negocios, reducir los tiempos para concretarlos, acceder a mercados o productos en una forma sencilla y que sin ella no podría concretarse, achicar tiempos, distancias y muchas otras cosas más. Aquellos que crean tecnología, la propia gente de desarrollo de sistemas, fue cambiando y adaptando su forma de trabajo respecto a las metodologías de gestión de proyectos tradicionales, dado que estas no les eran útiles. Recuerdo, años atrás, trabajando en un proyecto con profesionales de sistemas de Francia, que me comentaban, que el estado francés en la década de los 70, había implementado una metodología de desarrollo de sistemas (Merisse) con el objetivo de que los profesionales de sistemas documentarán su trabajo, dada la alta rotación de personal que se producía en el mercado francés de desarrollo de sistemas. No les gustaba a los profesionales documentar. Nunca les gustó hacer esto a los técnicos. Y de hecho esa política, de hacer documentar, fue fagocitada por la realidad del avance de la tecnología.


Diecisiete críticos de los modelos de mejora del desarrollo de software basados en procesos, se reunieron en febrero del 2001 para definir lo que se llamó los principios del manifiesto ágil. En este sitio podrán informarse: https://agilemanifesto.org/iso/es/principles.html. Esas iniciativas, excedieron el alcance, de trabajar con metodologías de proyectos ágiles en el desarrollo de software a cualquier otro tipo de proyecto, que se realice en una empresa. Y esta vez, sí, fue sin importar el tamaño de la misma.
Sintéticamente, la agilidad, lo que busca es construir en una forma espiralada, una solución a un problema determinado por ejemplo: el desarrollo de un software determinado, la identificación de las necesidades específicas en un área de la compañía: una campaña de marketing, como gestionar los prospectos y leads, como establecer una negociación con un contacto/cliente, una encuesta de satisfacción, un nuevo sistema de atención al cliente, la mejora de un proceso de producción, definir un modelo de tablero de control, la comunicación interna dentro de la compañía, etc.


Hoy es muy fácil capacitarse en esta metodología de trabajo, porque tiene mucho de intuitiva y está muy cerca de cómo trabaja la gente en el día a día para realizar su trabajo. El usuario/cliente del proyecto puede ir viendo y participando en forma directa y espiralada en la creación del producto que necesita, haciendo sobre la marcha todo tipo de modificación que necesite. Las idas y vueltas típicas que se dan en la creación del producto son muy bien contempladas por esta metodología de trabajo. Es muy eficaz implementarla en el trabajo del día a día que se realiza en una compañía. Y la eficiencia, en su uso, puede apoyarse en ayuda externa para así implantar el modelo de trabajo ágil, que se necesite, de acuerdo, a las características propias de cada organización.